Hablar de orden en casa suele llevarnos, casi inevitablemente, a pensar en cajas. Cajas de todos los tamaños, colores y materiales que prometen ayudarnos a organizar y almacenar esos objetos que no usamos a diario.
Mira esta rectangular que mona para las tijeras, y esta transparente para ver lo que tengo…ohhhh redondas para los sombreros ;-). Pero, ¿realmente las cajas son la solución definitiva al desorden?
El problema de acumular en cajas
A menudo, las cajas terminan convirtiéndose en pequeños trasteros portátiles donde guardamos cosas “por si acaso”. El resultado: ocupan espacio, rara vez volvemos a abrirlas y, con el tiempo, ni siquiera recordamos qué hay dentro. En vez de ayudarnos a tener una casa más ordenada, pueden restarnos metros útiles y añadir una carga mental innecesaria.
“El gran problema del desorden es la acumulación, así que, disminuir ese volumen de cosas siempre nos ayudará. Se vive más tranquila con menos cosas y mejor si están ordenadas”.
Mi filosofía: poco y bien
Soy partidaria de tener poco y bien. Prefiero seleccionar cuidadosamente lo que realmente necesito y dejar espacio para lo importante. El orden no consiste en esconder cosas en cajas, sino en elegir lo esencial y disfrutar de un hogar más despejado y armonioso.
Los recuerdos: una sola caja, lo realmente importante
Con los recuerdos hago una pequeña excepción. Tengo una única caja destinada a guardar esos objetos que de verdad significan algo: fotos, cartas, pequeños detalles que evocan momentos y personas especiales. Esta “caja de vida” no es para acumular, sino para preservar lo esencial de nuestra historia personal, ayudándonos a conectar con nuestra identidad y emociones cuando lo necesitamos.
Le estoy haciendo una a mis hijos de 0 a 18 años años. En ella meto un poco de todo: La carta del ratón Pérez, notitas del cole, algún resultado medico con su ecografía, fotos… Varios detalles que han marcado su vida a lo largo de todos estos años.
Me parece increíble que la de Alejandra casi esté completa (el próximo año ya tendrá 18).
Con una caja es suficiente, seamos realistas ¿Cuántas cartas has vuelto a leer? Sólo las que verdaderamente te han marcado.
Conclusión
Las cajas pueden ser útiles si se usan con criterio, pero no deben ser la excusa para seguir acumulando. El verdadero orden se logra con selección, desapego y sentido práctico.
Estas letras son las que imprimo y pongo en cada caja.
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