¿Te quedas o te vas?
¿Más silencio o más compañía?¿Más movimiento o más descanso?¿Más mundo o más casa?
Se acerca Semana Santa y, como cada año, media España hace maletas y media se queda.
En nuestro equipo también hay división de destinos:
Bárbara se queda en Madrid. Le esperan sus cafés lentos, los paseos por El Retiro, alguna ruta sin prisa en el autobús 27, sus costuras y una pila de libros que lleva semanas deseando abrir sin interrupciones.
Yo, Cris, me voy con mi familia a Cádiz. A pisar la arena, a jugar a que el agua no está tan fría, a llenar el alma de sol y de risas.
Dos planes distintos. Ninguno mejor que el otro.
Y, sin embargo, es fácil que aparezca una vocecita que compara:
"Qué envidia, yo también querría playa."
"Ojalá yo pudiera quedarme tranquila, sin compromisos familiares."
"¿Por qué yo nunca hago planes así?"
Esa vocecita tiene nombre: comparación.
Y aunque parezca inofensiva, tiene efectos profundos en nuestro bienestar.
El cerebro y la comparación: un cóctel químico
Compararnos no es solo un mal hábito mental. Es un proceso que activa mecanismos biológicos concretos:
Corteza prefrontal medial: se activa cuando nos evaluamos frente a otras personas.
Amígdala: si la comparación nos resulta amenazante o nos hace sentir menos, entra en juego el sistema límbico y sentimos ansiedad o tristeza.
Dopamina: las redes sociales, por ejemplo, alimentan la comparación y generan picos de dopamina —una recompensa rápida—, pero también bajadas que nos dejan más vulnerables.
Cortisol: si sentimos que salimos perdiendo en la comparación, aumentan nuestros niveles de estrés. Y con ello, la irritabilidad, el insomnio o incluso problemas digestivos.
Compararse, sobre todo si lo hacemos desde la carencia, afecta al cuerpo. No es solo una cuestión de autoestima: es salud mental y física.
¿Y si en vez de compararte… te miras?
Porque la pregunta no es si te vas o te quedas.
Es: ¿Qué necesitas tú esta Semana Santa?
¿Más silencio o más compañía?
¿Más movimiento o más descanso?
¿Más mundo o más casa?
Cada elección habla de ti, no de si lo estás haciendo “mejor” o “peor” que otros.
Y cuanto más te conectes con eso que realmente necesitas —más allá de lo que ves en Instagram o en el grupo de WhatsApp— más disfrutable será tu elección.
Paz, mar, café o libros.
Lo importante no es si te vas o te quedas.
Es que te quedes contigo.
Feliz Semana Santa,
Con Amor,
Cristina Acebedo, psicóloga colegiada nº CL06154